miércoles, 28 de marzo de 2007

¿Teclear es escribir?

El sábado en la mañana iba al aeropuerto en tren, y muy gentilmente nos informaron que unas obras nos obligarían a bajar y terminar el trayecto en bus. Nos bajamos del tren, corrimos, nos perdimos, nos quejamos, nos subimos en el bus.
En ese trayecto vi dos cosas que me impresionaron: primero, un tipo pasando en limpio un texto a una postal. Se ve que lo traía de casa, y a medida que lo escribía en su "versión definitiva", lo iba tachando de la hoja. El proceso era lentísimo y complicado. Me hizo pensar en todo el tiempo que hace que no hago un manuscrito solemne, como creo que era el que hacía él. Ya solamente tecleo, y releo muy poco lo que hago. Creo que el hecho de que las letras no salgan orgánicamente de algo que esté entre mis manos hace que me tome menos en serio lo que escribo. Pero por otro lado, creo también que he perdido esa disciplina de escribir y tachar para hacerlo mejor. Y eso que tachar sigue siendo una de las cosas que más me gusta hacer. No hay nada tan catárquico como tachar algo que no te gusta, algo que ya hiciste, algo con lo que no estás de acuerdo. No me había dado cuenta de cuánto me gusta tachar. En fin... este chico se lo pensaba mucho, y me hizo recuperar también la fe en la palabra escrita, escrita de verdad.
¿Será que ahora no sabemos escribir de verdad? Somos los DJs de la escritura. Sólo sabemos crear a través de una máquina. Los que hacían todo a mano nos deben ver como eso, como los que producimos algo con un instrumento que no es realmente puro.
Me he perdido un poco, y todavía falta lo segundo. Ya será otro día.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Muslos, miel y huevos de tortuga

No sé qué fue lo que pasó, pero Maná dejó de ser un grupo pop divertido para convertirse en una mierda. Es la única descripción que se me ocurre. Y quiero pensar que, musicalmente, todavía pueden aportar algo a las radios más facilonas y seguir vendiendo miles de millones de discos, pero no me explico de ninguna manera el "fenómeno Fher".
Este hombre que, extrañamente, tiene la cara más grande cada año, cayó en el gran error de creerse un poeta.
Fher, amigo: no hay que estar muy inspirado para que se te ocurran cosas como "había droga en la puerta azul"... cualquier quinceañero despechado puede escribir que no se puede vivir sin aire, que cuando los ángeles lloran, lloverá, o muchas otras cosas así. Pero es que coño, Fher, las letras de los últimos discos son nefastas. Lo de los labios compartidos, lo de dame una señal... ¡lo de Juan Luis Guerra vestido de seguridad y tú como si fueras el hijo bastardo de Celia Cruz y el cantante de Motley Crue!
Las letras son muy, pero que muy malas. Supongo que siguen teniendo éxito porque son entendibles para cualquiera que tenga un mínimo de facilidad para comprender un idioma, y si por lo menos fuese como esos compositores desenfadados que saben que escriben mierda pero gozan haciéndolo, me caería bien. Pero no. Él cree que es un poeta. Y García Márquez le sigue el jueguito. Todo son labios, muslos, miel y mariposas, sin contar la loca que se quedó sola (todo esto a grito pelado, por cierto, porque la voz se le acaba ya) en el muelle de San Blas, donde, según me cuentan amigos mexicanos, ni siquiera hay muelle.
Yo los apoyo: viven (muy bien) de la música. Pero ya basta de sacar el mismo disco 4 veces seguidas. ya basta de creer que van a cambiar el mundo y a ponerse a invertir más tiempo en salvar tortugas, que en definitiva es mucho más necesario que seguir componiendo versos que hacen que Arjona sí se pueda sentir poeta. ¡Qué gran peligro!

domingo, 11 de marzo de 2007

El sobrante

Nunca me imagine que escribiría algo sobre fútbol aquí, ya que es un tema que abandoné hace algunos años en favor de la música, pero no podía dejar de comentar, ya que el blog es sobre cosas que me ponen de peor humor del que estoy generalmente, algo sobre el partido FCB-Real Madrid de anoche.
Oleguer. Qué porquería de jugador. Qué desastre para el fútbol. Qué pata coja de una silla de lujo. El mejor equipo del mundo desperdiciando toda una banda defensiva en un mediocre personaje.
Está bien. Juegas en el Barca. Y eres catalán, el más catalán de todos. Y además se supone que caes bien al resto de tus compañeros. Pero si no sabes jugar, no deberías estar en el campo. Además, si lo importante es jugar es que el infracatán esté en el Barca, siempre le queda el Barcelona B.
Oleguer, Oleguer... el equipo no está jugando tan bien, lo sé, pero lo tuyo no es una etapa, no es una mala racha. Es que no puedes, por más que quieras. Lo siento.
Creo que es preferible que salgan 10 jugadores al campo que tener que seguir alineando a este nefasto personaje, se pinte las botas o no, declare lo que declare o no. Nunca serás un buen jugador, lo siento. Siempre te queda hacer carrera política, ¿Consejero de deportes en la Generalitat? Es más adecuado para un mediocre como tú.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Un asunto de hojillas

Hace algunos días vi en la televisión que Gillette lanza al mercado una nueva afeitadora. ¿Y qué importa esto? Pues, al menos para mí, es algo de vida o muerte.
La razón es que este artilugio tan sencillo (ignorando por supuesto cualquier avance en el sofisticado e irritable -en todo sentido- mundo de las afeitadoras eléctricas) me recuerda, más que cartas, fotos o todo lo que guardamos en cajas que no abrimos nunca, que nos ponemos viejos y dejamos de interesarnos en las cosas nuevas.
Cuando empecé a afeitarme la sombra que tenía entre la boca y la nariz, lo hacía con una desechable común y corriente, pero cuando ya me tocó tener mi afeitadora propia y dejar de mellar las de otros, decidí estar a la última y comprarme una que tenia DOS (2) hojillas, de acción independiente, para más lujo. Era la Sensor.
Los años pasaron y la Sensor seguía funcionando perfectamente. Pero a alguien se le ocurrió que dos hojillas ya no eran suficientes. Para poder quitarse la barba como Dios manda había, HABÍA, que usar tres. Claro, una para cortar, una para repasar y otra para terminar de rematar la faena. Esta la probé, y aprendí que el remate de faena incluía parte de mi epidermis, así que volví a la Sensor.
Al poco tiempo las tres hojillas quedaron obsoletas, porque según los que querían que volviésemos a cambiarnos, un cuarto trozo de metal afilado eliminaría cualquier rastro de vello rebelde. Supongo que atontándolo o torturándolo, no sé muy bien, porque esta nunca la probé.
Al rato llegaron las cinco hollijas. Mi papá se compró esta. La usé. sangré. Irónicamente, me sacó sangre pero dejó pedazos de piel sin afeitar. Nefasto.
Los genios del marketing, en un intento por vender más de las cinco hojillas, le pusieron un aparato a pilas que las hacía vibrar. Ya esto era demasiado, pensé. La yugular está en el camino de la afeitada.
Pero no era suficiente. Ahora la GILLETTE FUSION le agrega una sexta hojilla a la afeitadora. Eso sí, no es en el mismo bloque de las cinco anteriores, que por cierto ya es desproporcionadamente grande, sino en la parte posterior. Esto es para poder cortarnos con precisión esas barbillas, bigotillos y patillas tan ridiculillas que algunillos llevan por ahí.
Me pregunto yo entonces: ¿Para qué coño necesitamos seis hojillas para hacer algo que hacíamos igual de bien con dos (con una en el caso de los más viejos)? Y justo cuando termino de hacerme la pregunta me doy cuenta de que me la hago precisamente porque me hago mayor y no acepto los cambios como antes. Qué mierda. Un aparato tan simple me hace darme cuenta de cosas como esta. Y si eso no fura suficiente, mi vida post adolescente se puede clasificar por el número de hojillas de una afeitadora. Y yo voy, y como pienso en tantas estupideces, tengo el desacierto de fijarme en todo esto.

martes, 6 de marzo de 2007

Estoy harto

No, no es que este harto ahora, que lo estoy pero no es lo que vamos a discutir aquí. Es el por qué esto se llama así.
La personalidad es algo muy fuerte, que cambia muy poco a lo largo de la vida. Cuando conoces a una persona a los 7 años y no la ves hasta que tiene 40, todavía reconoces muchas cosas de su carácter.
Cuando tenía 4 ó 5 años, mis abuelos o mi tía -no recuerdo bien- me trajeron de regalo una taza para el café de mis desayunos de las 6 de la mañana, antes de ir a clases que decía "PARA USO EXCLUSIVO DE DON IMPORTANTE". Genial. Ojalá la tuviera todavía. Pero eso no era lo mejor: cuando levantabas la taza, quedaba al descubierto en el plato un mensaje, en letras minúsculas muy elegantes, que decía simplemente "estoy harto". De más está decir que ambos mensajes describian mi personalidad de mandón y malhumorado a la perfección. Tanto así que ahora, 25 años después, recupero la frase. de ahí el "estoy harto". ¿Alguien tendrá una de estas tazas por ahí?

Sin expectativas...

Primera entrada de este blog en el que, sí y solo sí y exclusivamente cuando me dé la gana, escribiré sobre temas que seguro no interesan a más nadie. Supongo que, como todo el que tiene un blog, hago esto en parte por vanidad, para ver lo que escribo publicado en alguna parte, y en parte por inocencia, esperando que alguien se conecte y le guste lo que escribo.
¿De que irá este blog? De música, seguro. De cine, puede ser. Algún que otro experimento de humor (publicaré algunos textos que escribí para otra gente, que seguro nunca sabrán que están aquí así que no será problema). Algunas cosas sobre el país del que me fui y algunas otras sobre el que me acoge involuntariamente. Muchos comentarios sobre cosas que me ponen de mal humor. Creo que, como me conozco, no habrá nada sobre cosas que me pongan de buen humor. Y es que el tírulo no es solamente para llamar la atención. De verdad es así... pero soy feliz de mal humor. En serio.
A ver qué tal resulta y si perdura la costumbre de conectarme o se me pasa rápido. Todos esperamos ansiosos. Yo y mis amigos imaginarios.