Me cuesta mucho trabajo sentarme a escribir en el blog. Lo siento pero es así... conversar sobre cualquier tontería no me representa ningún problema, pero escribirlo representa un esfuerzo. Supongo que, como 500 abdominales o 30 minutos corriendo, lo mas importante es tomar la decisión de hacerlo, ponerse frente al aparato y comenzar a teclear.
Es por eso que mi promesa electoral es actualizar el blog más a menudo. Y espero ganarme a mí mismo en estas elecciones en las que lucho con el Eduardo más vago. Si lo hago, el blog estará rebosante de palabras. Si pierdo, pues nos seguiremos viendo de veeeez en cuando.
Los dejo con una recomendación y una refelxión. Escuchen la canción What You Give, de Tesla. Es increíble. La reflexión no es tal, es simplemente sorprenderme de que el tipo se la hay escrito a su perro recién muerto. La gente es muy rara...
martes, 23 de octubre de 2007
lunes, 3 de septiembre de 2007
HERBALIFE
Se me ocurre que esto de tener un blog es como vender Herbalife... o Amway. Todos tenemos el blog, todos queremos que nos lean, y nadie lee lo demás. Más oferta que demanda. Todos ofrecemos lo mismo, pero pocos quieren consumirlo. Por cierto, ¿todavía existe Herbalife o es otro cadaver de los 90?
martes, 31 de julio de 2007
CAMARAS, PANTALLAS Y VIDAS SIN VIVIR
Hace más tiempo del que debería haber pasado, dejé algo por la mitad: las reflexiones de aquel nefasto viaje en bus al aeropuerto. La primera fue la de escribir y teclear... esta es un poco distinta, pero tiene que ver también con la extraña manera en la que nos comportamos hoy en día gracias a los aparatitos que nos han invadido (algunos más útiles que otros, la verdad, pero ninguno realmente necesario, si se ve con objetividad).
Bueno, al grano. En el autobús, todos la pasábamos mal. Llegábamos tarde, habíamos salido más temprano para nada y ahora no sabiamos siquiera si perderíamos el vuelo. Pero había un tipo que estaba contento, que parecía no darse cuenta de nada... porque iba grabándolo todo con su cámara de video (no de vídeo, lo siento).
Esto me hizo pensar que el afortunado era él, que con su pequeño aparato se evadía de lo que pasaba y que, cuando viese lo grabado, no sería capaz de recordar el malestar. Pero luego, bajo la misma óptica, me di cuenta que, poniendo el ojo detrás de la cámara, se estaba perdiendo de la realidad. Y peor, cuando vea las grabaciones, no sabrá qué coño ve, no tendrá ningún recuerdo de haber estado ahi. Solamente recordará haber estado detrás de la cámara, cambiando la cinta o viendo la carga de la batería.
Y es que tenemos esa errada concepción de que grabándolo todo lo recordaremos mejor, pero no nos damos cuenta de que mientras grabamos, perdemos la oportunidad de sentirnos realmente en el sitio, de experimentar lo que pasa, de saborear el momento.
Yo, en lo personal, prefiero acordarme de menos cosas (cada vez menos, sí) que tener cada paso grabado. Me parece más natural. Interactuar con los lugares y las experiencias y poder recordar lo que de verdad me queda grabado y no tener que escarbar en un cajón cada vez que pretenda saber cómo me fue en un viaje que ni recuerdo haber hecho.
Y ese es otro detalle: ¿realmente la gente que graba 12 horas de material en un viaje de una semana vuelve a ver alguna vez todo eso? No creo. Y las cintas quedan ahí, recogiendo moho, descuidadas. Casi peor que los recuerdos, porque este moho se puede ver físicamente.
Una cosa más. Y es que nos hemos acostumbrado, gracias a esta manía de las cámaras y las pantallas, a adorar algo que se proyecta. Qué insoportable es estar en un sitio y no poder hacer nada por evitar ver un televisor. La pantalla siempre le gana a la realidad. En los conciertos, viendo a los artistas que más me gustan tocar mis canciones favoritas a pocos metros de mí, de repente me sorprendo viendo las pantallas gigantes. Como si lo que pasara por ahí fuera más real o más interesante.
No sé si les suena lógico, no sé si puede ser cierto o no. Y la verdad me importa poco. Y no pienso nunca tener una cámara de video (ni de vídeo). Y punto.
Bueno, al grano. En el autobús, todos la pasábamos mal. Llegábamos tarde, habíamos salido más temprano para nada y ahora no sabiamos siquiera si perderíamos el vuelo. Pero había un tipo que estaba contento, que parecía no darse cuenta de nada... porque iba grabándolo todo con su cámara de video (no de vídeo, lo siento).
Esto me hizo pensar que el afortunado era él, que con su pequeño aparato se evadía de lo que pasaba y que, cuando viese lo grabado, no sería capaz de recordar el malestar. Pero luego, bajo la misma óptica, me di cuenta que, poniendo el ojo detrás de la cámara, se estaba perdiendo de la realidad. Y peor, cuando vea las grabaciones, no sabrá qué coño ve, no tendrá ningún recuerdo de haber estado ahi. Solamente recordará haber estado detrás de la cámara, cambiando la cinta o viendo la carga de la batería.
Y es que tenemos esa errada concepción de que grabándolo todo lo recordaremos mejor, pero no nos damos cuenta de que mientras grabamos, perdemos la oportunidad de sentirnos realmente en el sitio, de experimentar lo que pasa, de saborear el momento.
Yo, en lo personal, prefiero acordarme de menos cosas (cada vez menos, sí) que tener cada paso grabado. Me parece más natural. Interactuar con los lugares y las experiencias y poder recordar lo que de verdad me queda grabado y no tener que escarbar en un cajón cada vez que pretenda saber cómo me fue en un viaje que ni recuerdo haber hecho.
Y ese es otro detalle: ¿realmente la gente que graba 12 horas de material en un viaje de una semana vuelve a ver alguna vez todo eso? No creo. Y las cintas quedan ahí, recogiendo moho, descuidadas. Casi peor que los recuerdos, porque este moho se puede ver físicamente.
Una cosa más. Y es que nos hemos acostumbrado, gracias a esta manía de las cámaras y las pantallas, a adorar algo que se proyecta. Qué insoportable es estar en un sitio y no poder hacer nada por evitar ver un televisor. La pantalla siempre le gana a la realidad. En los conciertos, viendo a los artistas que más me gustan tocar mis canciones favoritas a pocos metros de mí, de repente me sorprendo viendo las pantallas gigantes. Como si lo que pasara por ahí fuera más real o más interesante.
No sé si les suena lógico, no sé si puede ser cierto o no. Y la verdad me importa poco. Y no pienso nunca tener una cámara de video (ni de vídeo). Y punto.
viernes, 1 de junio de 2007
CONCIERTOS Y PUERTAS DE BAÑO
Ayer fui, gracias a una malintencionada puerta de armario que cayó sobre el pie de alguien que no es tan pesimista como yo, a la primera jornada del Primavera Sound. No tengo muchas ganas de escribir una reseña, más que nada porque el autobús se toma demasiado tiempo entre el Forum y mi casa y tengo mucho sueño, así que simplemente escribiré algunos pensamientos sueltos y que tuve durante los conciertos y algunas cosas que pasaron:
- ¿Por qué los ingleses pagan todo ese dinero por venir y emborracharse antes del concierto?
- Qué inútil esto de hacer dos colas y cambiar la entrada por una pulsera.
- ¿Quién coño paga lo que cuestan estas entradas por ver en un escenario a los grupos españoles que tocan por 10 euros en cualquier sala pequeña?
- Qué divertida es la gente, que cree que hay que disfrasarse de estrella de rock para estar de público.
- Los Melvins son todos gordos.
- Los Melvins son muy buenos.
- Especialmente el (los) baterista(s).
- Los Melvins usan demasiadas drogas o no tienen suficiente material para tocar una hora y lo arreglan haciendo ruido insoportable durante 10 minutos.
- ¿Cómo coño puede este tipo tocar con una baqueta del tamaño de un fuet?
- Prefiero estar callado que ir del que sabe de música buscando amigos nerds entre el público.
- Los Smashing Pumpinks no me gustan, pero igual los voy a ver.
- Voy a salir en TV3 como si fuese el mayor fan de los SM aquí en segunda fila.
- ¿Qué coño hago esperando una hora por ver a los SM, que no me gustan?
- Qué farsante en Billy Corgan. Busca a una chica bajita que toque bajo y a un japonés que toque guitarra. Como si fuese un casting de sticom y no una audición para una banda.
- El Jimmy Chamberlain toca la batería que te cagas.
- Billy Corgan es un marciano. Seguro.
- La verdad es que estan bien los SM en vivo... si tan solo el inglés borracho de atrás dejara de empujarme y la parejita de delante dejara de besarse apasionadamente en cada canción lenta, hasta la pasase bien.
- Me voy antes del encore para coger sitio para los White Stripes.
- Más ingleses borrachos... y ahora alemanes.
- Un gringo al lado mío dice "sólo pasé 10 minutos por el otro escenario para poder decirle a mis amigos que vi a los Smashing Pumpinks". Me cambio de sitio.
- Jack White no es blanco. Es transparente.
- ¿Meg White está buena? ¿O es el "efecto tarima"? ¿O son sus tetas? Quién sabe.
- Meg White sólo sabe tocar tres ritmos. Y en dos velocidades.
- Suenan un poco vacío los White Stripes.
- ¿Esta no la tocaron ya?
- Son un poco monótonos los WS.
- Malditos sean para siempre los ingleses y alemanos borrachos.
- Al final me quedo hasta que terminen. Tocan Seven Nation Army. También suena vacía.
- Corro al Nitbus. Lo cojo. 50 minutos del Forum a mi casa. Qué sueño, qué hambre. Pero menos mal que vine.
- Es grande esta baqueta de Dale Crover.
- A dormir...
¡Gracias Gemma!
- ¿Por qué los ingleses pagan todo ese dinero por venir y emborracharse antes del concierto?
- Qué inútil esto de hacer dos colas y cambiar la entrada por una pulsera.
- ¿Quién coño paga lo que cuestan estas entradas por ver en un escenario a los grupos españoles que tocan por 10 euros en cualquier sala pequeña?
- Qué divertida es la gente, que cree que hay que disfrasarse de estrella de rock para estar de público.
- Los Melvins son todos gordos.
- Los Melvins son muy buenos.
- Especialmente el (los) baterista(s).
- Los Melvins usan demasiadas drogas o no tienen suficiente material para tocar una hora y lo arreglan haciendo ruido insoportable durante 10 minutos.
- ¿Cómo coño puede este tipo tocar con una baqueta del tamaño de un fuet?
- Prefiero estar callado que ir del que sabe de música buscando amigos nerds entre el público.
- Los Smashing Pumpinks no me gustan, pero igual los voy a ver.
- Voy a salir en TV3 como si fuese el mayor fan de los SM aquí en segunda fila.
- ¿Qué coño hago esperando una hora por ver a los SM, que no me gustan?
- Qué farsante en Billy Corgan. Busca a una chica bajita que toque bajo y a un japonés que toque guitarra. Como si fuese un casting de sticom y no una audición para una banda.
- El Jimmy Chamberlain toca la batería que te cagas.
- Billy Corgan es un marciano. Seguro.
- La verdad es que estan bien los SM en vivo... si tan solo el inglés borracho de atrás dejara de empujarme y la parejita de delante dejara de besarse apasionadamente en cada canción lenta, hasta la pasase bien.
- Me voy antes del encore para coger sitio para los White Stripes.
- Más ingleses borrachos... y ahora alemanes.
- Un gringo al lado mío dice "sólo pasé 10 minutos por el otro escenario para poder decirle a mis amigos que vi a los Smashing Pumpinks". Me cambio de sitio.
- Jack White no es blanco. Es transparente.
- ¿Meg White está buena? ¿O es el "efecto tarima"? ¿O son sus tetas? Quién sabe.
- Meg White sólo sabe tocar tres ritmos. Y en dos velocidades.
- Suenan un poco vacío los White Stripes.
- ¿Esta no la tocaron ya?
- Son un poco monótonos los WS.
- Malditos sean para siempre los ingleses y alemanos borrachos.
- Al final me quedo hasta que terminen. Tocan Seven Nation Army. También suena vacía.
- Corro al Nitbus. Lo cojo. 50 minutos del Forum a mi casa. Qué sueño, qué hambre. Pero menos mal que vine.
- Es grande esta baqueta de Dale Crover.
- A dormir...
¡Gracias Gemma!
jueves, 17 de mayo de 2007
PREGUNTAS AL AIRE
¿Cómo es posible que no nos sintamos más viejos conforme nos ponemos viejos?
¿Por qué los demás no están tan apurados como yo?
¿A los demás también les parece que todo se tarda más de lo que debería?
¿Por qué no puedo creer que la música en mp3 es igual de divertida que la que sale de un cd?
¿Por qué no puedo conseguir un bistec decente en Barcelona?
¿Por qué los demás no están tan apurados como yo?
¿A los demás también les parece que todo se tarda más de lo que debería?
¿Por qué no puedo creer que la música en mp3 es igual de divertida que la que sale de un cd?
¿Por qué no puedo conseguir un bistec decente en Barcelona?
miércoles, 18 de abril de 2007
¿?
¿Qué es peor? ¿La gente que hace todo mal, o los que hacen las cosas bien y terminan obteniendo malos resultados?
miércoles, 28 de marzo de 2007
¿Teclear es escribir?
El sábado en la mañana iba al aeropuerto en tren, y muy gentilmente nos informaron que unas obras nos obligarían a bajar y terminar el trayecto en bus. Nos bajamos del tren, corrimos, nos perdimos, nos quejamos, nos subimos en el bus.
En ese trayecto vi dos cosas que me impresionaron: primero, un tipo pasando en limpio un texto a una postal. Se ve que lo traía de casa, y a medida que lo escribía en su "versión definitiva", lo iba tachando de la hoja. El proceso era lentísimo y complicado. Me hizo pensar en todo el tiempo que hace que no hago un manuscrito solemne, como creo que era el que hacía él. Ya solamente tecleo, y releo muy poco lo que hago. Creo que el hecho de que las letras no salgan orgánicamente de algo que esté entre mis manos hace que me tome menos en serio lo que escribo. Pero por otro lado, creo también que he perdido esa disciplina de escribir y tachar para hacerlo mejor. Y eso que tachar sigue siendo una de las cosas que más me gusta hacer. No hay nada tan catárquico como tachar algo que no te gusta, algo que ya hiciste, algo con lo que no estás de acuerdo. No me había dado cuenta de cuánto me gusta tachar. En fin... este chico se lo pensaba mucho, y me hizo recuperar también la fe en la palabra escrita, escrita de verdad.
¿Será que ahora no sabemos escribir de verdad? Somos los DJs de la escritura. Sólo sabemos crear a través de una máquina. Los que hacían todo a mano nos deben ver como eso, como los que producimos algo con un instrumento que no es realmente puro.
Me he perdido un poco, y todavía falta lo segundo. Ya será otro día.
En ese trayecto vi dos cosas que me impresionaron: primero, un tipo pasando en limpio un texto a una postal. Se ve que lo traía de casa, y a medida que lo escribía en su "versión definitiva", lo iba tachando de la hoja. El proceso era lentísimo y complicado. Me hizo pensar en todo el tiempo que hace que no hago un manuscrito solemne, como creo que era el que hacía él. Ya solamente tecleo, y releo muy poco lo que hago. Creo que el hecho de que las letras no salgan orgánicamente de algo que esté entre mis manos hace que me tome menos en serio lo que escribo. Pero por otro lado, creo también que he perdido esa disciplina de escribir y tachar para hacerlo mejor. Y eso que tachar sigue siendo una de las cosas que más me gusta hacer. No hay nada tan catárquico como tachar algo que no te gusta, algo que ya hiciste, algo con lo que no estás de acuerdo. No me había dado cuenta de cuánto me gusta tachar. En fin... este chico se lo pensaba mucho, y me hizo recuperar también la fe en la palabra escrita, escrita de verdad.
¿Será que ahora no sabemos escribir de verdad? Somos los DJs de la escritura. Sólo sabemos crear a través de una máquina. Los que hacían todo a mano nos deben ver como eso, como los que producimos algo con un instrumento que no es realmente puro.
Me he perdido un poco, y todavía falta lo segundo. Ya será otro día.
miércoles, 21 de marzo de 2007
Muslos, miel y huevos de tortuga
No sé qué fue lo que pasó, pero Maná dejó de ser un grupo pop divertido para convertirse en una mierda. Es la única descripción que se me ocurre. Y quiero pensar que, musicalmente, todavía pueden aportar algo a las radios más facilonas y seguir vendiendo miles de millones de discos, pero no me explico de ninguna manera el "fenómeno Fher".
Este hombre que, extrañamente, tiene la cara más grande cada año, cayó en el gran error de creerse un poeta.
Fher, amigo: no hay que estar muy inspirado para que se te ocurran cosas como "había droga en la puerta azul"... cualquier quinceañero despechado puede escribir que no se puede vivir sin aire, que cuando los ángeles lloran, lloverá, o muchas otras cosas así. Pero es que coño, Fher, las letras de los últimos discos son nefastas. Lo de los labios compartidos, lo de dame una señal... ¡lo de Juan Luis Guerra vestido de seguridad y tú como si fueras el hijo bastardo de Celia Cruz y el cantante de Motley Crue!
Las letras son muy, pero que muy malas. Supongo que siguen teniendo éxito porque son entendibles para cualquiera que tenga un mínimo de facilidad para comprender un idioma, y si por lo menos fuese como esos compositores desenfadados que saben que escriben mierda pero gozan haciéndolo, me caería bien. Pero no. Él cree que es un poeta. Y García Márquez le sigue el jueguito. Todo son labios, muslos, miel y mariposas, sin contar la loca que se quedó sola (todo esto a grito pelado, por cierto, porque la voz se le acaba ya) en el muelle de San Blas, donde, según me cuentan amigos mexicanos, ni siquiera hay muelle.
Yo los apoyo: viven (muy bien) de la música. Pero ya basta de sacar el mismo disco 4 veces seguidas. ya basta de creer que van a cambiar el mundo y a ponerse a invertir más tiempo en salvar tortugas, que en definitiva es mucho más necesario que seguir componiendo versos que hacen que Arjona sí se pueda sentir poeta. ¡Qué gran peligro!
Este hombre que, extrañamente, tiene la cara más grande cada año, cayó en el gran error de creerse un poeta.
Fher, amigo: no hay que estar muy inspirado para que se te ocurran cosas como "había droga en la puerta azul"... cualquier quinceañero despechado puede escribir que no se puede vivir sin aire, que cuando los ángeles lloran, lloverá, o muchas otras cosas así. Pero es que coño, Fher, las letras de los últimos discos son nefastas. Lo de los labios compartidos, lo de dame una señal... ¡lo de Juan Luis Guerra vestido de seguridad y tú como si fueras el hijo bastardo de Celia Cruz y el cantante de Motley Crue!
Las letras son muy, pero que muy malas. Supongo que siguen teniendo éxito porque son entendibles para cualquiera que tenga un mínimo de facilidad para comprender un idioma, y si por lo menos fuese como esos compositores desenfadados que saben que escriben mierda pero gozan haciéndolo, me caería bien. Pero no. Él cree que es un poeta. Y García Márquez le sigue el jueguito. Todo son labios, muslos, miel y mariposas, sin contar la loca que se quedó sola (todo esto a grito pelado, por cierto, porque la voz se le acaba ya) en el muelle de San Blas, donde, según me cuentan amigos mexicanos, ni siquiera hay muelle.
Yo los apoyo: viven (muy bien) de la música. Pero ya basta de sacar el mismo disco 4 veces seguidas. ya basta de creer que van a cambiar el mundo y a ponerse a invertir más tiempo en salvar tortugas, que en definitiva es mucho más necesario que seguir componiendo versos que hacen que Arjona sí se pueda sentir poeta. ¡Qué gran peligro!
domingo, 11 de marzo de 2007
El sobrante
Nunca me imagine que escribiría algo sobre fútbol aquí, ya que es un tema que abandoné hace algunos años en favor de la música, pero no podía dejar de comentar, ya que el blog es sobre cosas que me ponen de peor humor del que estoy generalmente, algo sobre el partido FCB-Real Madrid de anoche.
Oleguer. Qué porquería de jugador. Qué desastre para el fútbol. Qué pata coja de una silla de lujo. El mejor equipo del mundo desperdiciando toda una banda defensiva en un mediocre personaje.
Está bien. Juegas en el Barca. Y eres catalán, el más catalán de todos. Y además se supone que caes bien al resto de tus compañeros. Pero si no sabes jugar, no deberías estar en el campo. Además, si lo importante es jugar es que el infracatán esté en el Barca, siempre le queda el Barcelona B.
Oleguer, Oleguer... el equipo no está jugando tan bien, lo sé, pero lo tuyo no es una etapa, no es una mala racha. Es que no puedes, por más que quieras. Lo siento.
Creo que es preferible que salgan 10 jugadores al campo que tener que seguir alineando a este nefasto personaje, se pinte las botas o no, declare lo que declare o no. Nunca serás un buen jugador, lo siento. Siempre te queda hacer carrera política, ¿Consejero de deportes en la Generalitat? Es más adecuado para un mediocre como tú.
Oleguer. Qué porquería de jugador. Qué desastre para el fútbol. Qué pata coja de una silla de lujo. El mejor equipo del mundo desperdiciando toda una banda defensiva en un mediocre personaje.
Está bien. Juegas en el Barca. Y eres catalán, el más catalán de todos. Y además se supone que caes bien al resto de tus compañeros. Pero si no sabes jugar, no deberías estar en el campo. Además, si lo importante es jugar es que el infracatán esté en el Barca, siempre le queda el Barcelona B.
Oleguer, Oleguer... el equipo no está jugando tan bien, lo sé, pero lo tuyo no es una etapa, no es una mala racha. Es que no puedes, por más que quieras. Lo siento.
Creo que es preferible que salgan 10 jugadores al campo que tener que seguir alineando a este nefasto personaje, se pinte las botas o no, declare lo que declare o no. Nunca serás un buen jugador, lo siento. Siempre te queda hacer carrera política, ¿Consejero de deportes en la Generalitat? Es más adecuado para un mediocre como tú.
miércoles, 7 de marzo de 2007
Un asunto de hojillas
Hace algunos días vi en la televisión que Gillette lanza al mercado una nueva afeitadora. ¿Y qué importa esto? Pues, al menos para mí, es algo de vida o muerte.
La razón es que este artilugio tan sencillo (ignorando por supuesto cualquier avance en el sofisticado e irritable -en todo sentido- mundo de las afeitadoras eléctricas) me recuerda, más que cartas, fotos o todo lo que guardamos en cajas que no abrimos nunca, que nos ponemos viejos y dejamos de interesarnos en las cosas nuevas.
Cuando empecé a afeitarme la sombra que tenía entre la boca y la nariz, lo hacía con una desechable común y corriente, pero cuando ya me tocó tener mi afeitadora propia y dejar de mellar las de otros, decidí estar a la última y comprarme una que tenia DOS (2) hojillas, de acción independiente, para más lujo. Era la Sensor.
Los años pasaron y la Sensor seguía funcionando perfectamente. Pero a alguien se le ocurrió que dos hojillas ya no eran suficientes. Para poder quitarse la barba como Dios manda había, HABÍA, que usar tres. Claro, una para cortar, una para repasar y otra para terminar de rematar la faena. Esta la probé, y aprendí que el remate de faena incluía parte de mi epidermis, así que volví a la Sensor.
Al poco tiempo las tres hojillas quedaron obsoletas, porque según los que querían que volviésemos a cambiarnos, un cuarto trozo de metal afilado eliminaría cualquier rastro de vello rebelde. Supongo que atontándolo o torturándolo, no sé muy bien, porque esta nunca la probé.
Al rato llegaron las cinco hollijas. Mi papá se compró esta. La usé. sangré. Irónicamente, me sacó sangre pero dejó pedazos de piel sin afeitar. Nefasto.
Los genios del marketing, en un intento por vender más de las cinco hojillas, le pusieron un aparato a pilas que las hacía vibrar. Ya esto era demasiado, pensé. La yugular está en el camino de la afeitada.
Pero no era suficiente. Ahora la GILLETTE FUSION le agrega una sexta hojilla a la afeitadora. Eso sí, no es en el mismo bloque de las cinco anteriores, que por cierto ya es desproporcionadamente grande, sino en la parte posterior. Esto es para poder cortarnos con precisión esas barbillas, bigotillos y patillas tan ridiculillas que algunillos llevan por ahí.
Me pregunto yo entonces: ¿Para qué coño necesitamos seis hojillas para hacer algo que hacíamos igual de bien con dos (con una en el caso de los más viejos)? Y justo cuando termino de hacerme la pregunta me doy cuenta de que me la hago precisamente porque me hago mayor y no acepto los cambios como antes. Qué mierda. Un aparato tan simple me hace darme cuenta de cosas como esta. Y si eso no fura suficiente, mi vida post adolescente se puede clasificar por el número de hojillas de una afeitadora. Y yo voy, y como pienso en tantas estupideces, tengo el desacierto de fijarme en todo esto.
La razón es que este artilugio tan sencillo (ignorando por supuesto cualquier avance en el sofisticado e irritable -en todo sentido- mundo de las afeitadoras eléctricas) me recuerda, más que cartas, fotos o todo lo que guardamos en cajas que no abrimos nunca, que nos ponemos viejos y dejamos de interesarnos en las cosas nuevas.
Cuando empecé a afeitarme la sombra que tenía entre la boca y la nariz, lo hacía con una desechable común y corriente, pero cuando ya me tocó tener mi afeitadora propia y dejar de mellar las de otros, decidí estar a la última y comprarme una que tenia DOS (2) hojillas, de acción independiente, para más lujo. Era la Sensor.
Los años pasaron y la Sensor seguía funcionando perfectamente. Pero a alguien se le ocurrió que dos hojillas ya no eran suficientes. Para poder quitarse la barba como Dios manda había, HABÍA, que usar tres. Claro, una para cortar, una para repasar y otra para terminar de rematar la faena. Esta la probé, y aprendí que el remate de faena incluía parte de mi epidermis, así que volví a la Sensor.
Al poco tiempo las tres hojillas quedaron obsoletas, porque según los que querían que volviésemos a cambiarnos, un cuarto trozo de metal afilado eliminaría cualquier rastro de vello rebelde. Supongo que atontándolo o torturándolo, no sé muy bien, porque esta nunca la probé.
Al rato llegaron las cinco hollijas. Mi papá se compró esta. La usé. sangré. Irónicamente, me sacó sangre pero dejó pedazos de piel sin afeitar. Nefasto.
Los genios del marketing, en un intento por vender más de las cinco hojillas, le pusieron un aparato a pilas que las hacía vibrar. Ya esto era demasiado, pensé. La yugular está en el camino de la afeitada.
Pero no era suficiente. Ahora la GILLETTE FUSION le agrega una sexta hojilla a la afeitadora. Eso sí, no es en el mismo bloque de las cinco anteriores, que por cierto ya es desproporcionadamente grande, sino en la parte posterior. Esto es para poder cortarnos con precisión esas barbillas, bigotillos y patillas tan ridiculillas que algunillos llevan por ahí.
Me pregunto yo entonces: ¿Para qué coño necesitamos seis hojillas para hacer algo que hacíamos igual de bien con dos (con una en el caso de los más viejos)? Y justo cuando termino de hacerme la pregunta me doy cuenta de que me la hago precisamente porque me hago mayor y no acepto los cambios como antes. Qué mierda. Un aparato tan simple me hace darme cuenta de cosas como esta. Y si eso no fura suficiente, mi vida post adolescente se puede clasificar por el número de hojillas de una afeitadora. Y yo voy, y como pienso en tantas estupideces, tengo el desacierto de fijarme en todo esto.
martes, 6 de marzo de 2007
Estoy harto
No, no es que este harto ahora, que lo estoy pero no es lo que vamos a discutir aquí. Es el por qué esto se llama así.
La personalidad es algo muy fuerte, que cambia muy poco a lo largo de la vida. Cuando conoces a una persona a los 7 años y no la ves hasta que tiene 40, todavía reconoces muchas cosas de su carácter.
Cuando tenía 4 ó 5 años, mis abuelos o mi tía -no recuerdo bien- me trajeron de regalo una taza para el café de mis desayunos de las 6 de la mañana, antes de ir a clases que decía "PARA USO EXCLUSIVO DE DON IMPORTANTE". Genial. Ojalá la tuviera todavía. Pero eso no era lo mejor: cuando levantabas la taza, quedaba al descubierto en el plato un mensaje, en letras minúsculas muy elegantes, que decía simplemente "estoy harto". De más está decir que ambos mensajes describian mi personalidad de mandón y malhumorado a la perfección. Tanto así que ahora, 25 años después, recupero la frase. de ahí el "estoy harto". ¿Alguien tendrá una de estas tazas por ahí?
La personalidad es algo muy fuerte, que cambia muy poco a lo largo de la vida. Cuando conoces a una persona a los 7 años y no la ves hasta que tiene 40, todavía reconoces muchas cosas de su carácter.
Cuando tenía 4 ó 5 años, mis abuelos o mi tía -no recuerdo bien- me trajeron de regalo una taza para el café de mis desayunos de las 6 de la mañana, antes de ir a clases que decía "PARA USO EXCLUSIVO DE DON IMPORTANTE". Genial. Ojalá la tuviera todavía. Pero eso no era lo mejor: cuando levantabas la taza, quedaba al descubierto en el plato un mensaje, en letras minúsculas muy elegantes, que decía simplemente "estoy harto". De más está decir que ambos mensajes describian mi personalidad de mandón y malhumorado a la perfección. Tanto así que ahora, 25 años después, recupero la frase. de ahí el "estoy harto". ¿Alguien tendrá una de estas tazas por ahí?
Sin expectativas...
Primera entrada de este blog en el que, sí y solo sí y exclusivamente cuando me dé la gana, escribiré sobre temas que seguro no interesan a más nadie. Supongo que, como todo el que tiene un blog, hago esto en parte por vanidad, para ver lo que escribo publicado en alguna parte, y en parte por inocencia, esperando que alguien se conecte y le guste lo que escribo.
¿De que irá este blog? De música, seguro. De cine, puede ser. Algún que otro experimento de humor (publicaré algunos textos que escribí para otra gente, que seguro nunca sabrán que están aquí así que no será problema). Algunas cosas sobre el país del que me fui y algunas otras sobre el que me acoge involuntariamente. Muchos comentarios sobre cosas que me ponen de mal humor. Creo que, como me conozco, no habrá nada sobre cosas que me pongan de buen humor. Y es que el tírulo no es solamente para llamar la atención. De verdad es así... pero soy feliz de mal humor. En serio.
A ver qué tal resulta y si perdura la costumbre de conectarme o se me pasa rápido. Todos esperamos ansiosos. Yo y mis amigos imaginarios.
¿De que irá este blog? De música, seguro. De cine, puede ser. Algún que otro experimento de humor (publicaré algunos textos que escribí para otra gente, que seguro nunca sabrán que están aquí así que no será problema). Algunas cosas sobre el país del que me fui y algunas otras sobre el que me acoge involuntariamente. Muchos comentarios sobre cosas que me ponen de mal humor. Creo que, como me conozco, no habrá nada sobre cosas que me pongan de buen humor. Y es que el tírulo no es solamente para llamar la atención. De verdad es así... pero soy feliz de mal humor. En serio.
A ver qué tal resulta y si perdura la costumbre de conectarme o se me pasa rápido. Todos esperamos ansiosos. Yo y mis amigos imaginarios.
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